La semana pasada fuimos testigos de la reacción de los medios de comunicación extranjeros ante las noticias que iban apareciendo respecto al caso Bárcenas.
Los diarios extranjeros fueron unánimes al calificarlo de escándalo, puesto que leyendo los artículos de los periódicos internacionales, se podía desprender la incredulidad de los mismos, ante la situación de ver cómo una persona desde la cárcel, pudiera poner en jaque a todo un Presidente de Gobierno de un país europeo.
Otro de los aspectos comentados por parte de los informadores foráneos, es la falta de comunicación a la opinión pública. Esa escueta rueda de prensa, con tan sólo dos preguntas, dejo a más de uno boquiabierto, y tuvieron suerte, que no les sacaran el plasma.
Esta es la imagen política que se proyectó al mundo entero de nuestro país.
Hoy, la Justicia ha escrito uno de los capítulos más bochornosos de la judicatura española. El caso Palma Arena, es el ejemplo claro de lo que representa el poder ejecutivo sobre el poder judicial. Al final de la semana pasada, saltaba la noticia de la vinculación del recién nombrado Presidente del Tribunal Constitucional con el partido político en el poder. Parecía algo premonitorio.
Esta mañana el Tribunal Supremo redactaba una sentencia inverosímil ante los hechos probados y reconocidos en la sentencia (hasta 26 piezas se han sacado del caso Palma Arena), de los nueve delitos : prevaricación, cohecho, malversación de caudales, apropiación indebida, falsedad documental, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, delito fiscal y delito electoral; sus señorías lo dejan en uno, tráfico de influencias.
Comentarios
Publicar un comentario