La generación X

Resulta que había un tío llamado Franco (que era el que salía en las pesetas y los
sellos) que mandaba en todo el país. Todo el mundo en privado te decía que era
un tío muy malo, pero, en público, alzaban
el brazo de una manera rara como si quisiesen para un taxi o algo así.
A nosotros este hombre no le percibíamos
como lo que era (un dictador llegado al poder tras alzarse en armas contra su
país) sino como un señor que salía en la tele deseándonos felices navidades, y
que encima, cuando murió, gracias a su muerte,
no fuimos al colegio durante una semana.
Llego la transición y en Madrid, la
llamada “la movida madrileña”, en esa época ya éramos adolescentes con unas
ganas tremendas de libertad y de pasárnoslo bien.
Ciertamente nos hartamos de libertad, en ese
tiempo empezaron a entrar en Madrid todas las drogas que hasta entonces no habían
entrado. Llegó la heroína y la cocaína, nosotros éramos chavales sin ningún
tipo de información sobre el tema, y además, nuestros pobres padres que venían de
la dictadura mas férrea y larga de Europa,
no podían ayudarnos tampoco. Percibíamos
estas sustancias como cosas normales (todo el mundo las consumía) y además desde
el estado se nos animaba veladamente (“véase
discurso del Tierno Galvan en San Isidro”). Poco a poco todos los chicos de
barrio empezaron a caer, primero yonquis
y con los años empezaron a fallecer debido a sobredosis y Sida (en aquel entonces
en que tenía el virus se moría y punto). Las pandillas se quedaron recudidas a más
de la mitad, en mi caso de diez que éramos quedamos cuatro. Todos los que quedamos, sin duda, nos hizo
mucho más fuertes, pero en el camino se perdieron muchas vidas de gente
maravillosa que no pudieron soportar el castigo.
Pasaron los años y por fin entramos en la sociedad y empezamos a trabajar,
cotizábamos religiosamente todo los meses para que el sistema no se cayera (teníamos
que pagar las pensiones de nuestros abuelos) y cumplíamos las normas que hasta entonces nos
habíamos saltado. Poco a poco nos fuimos casando y creando nuevas generaciones
muy preparadas (sabíamos que tenían que prepararse para llegar a algo en este país).
En la actualidad seguimos siendo
una generación maldita, la mayoría de la gente de mi edad (en torno a los cincuenta)
está siendo despedida de sus puestos de toda la vida con indemnizaciones irrisorias
y con muy pocas posibilidades de encontrar otro. La administración, por su
parte, no crea ninguna medida para ayudar a este colectivo que está siendo,
otra vez , maltratado por el estado de este país.
A todo esto hay que sumar una
vuelta de tuerca más, en la actualidad estamos viendo como lo que más queremos ,que
son nuestros hijos, están teniendo que alejarse de nosotros para buscar
trabajos en otros países porque aquí no hay trabajo para ellos tampoco. Particularmente,
para mí, esto es especialmente doloroso. Llevamos toda una vida criando a unos jóvenes
maravillosamente preparados, diciéndoles
que estudien y que se formen para sacar este país adelante y resulta que, aquí solo
hay trabajo para los afiliados a partidos.
Todos los que somos de esta generación
X estamos curtidos en mil batallas y hasta ahora no hemos estallado, pero, sin
duda cualquier día vamos a estallar y la vamos a liar, nos están quitando a
nuestros hijos y eso no lo podemos consentir.
En recuerdo a todos lo que se
quedaron en el camino.
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